La voz que cautivó al vizconde by Mariam Orazal

La voz que cautivó al vizconde by Mariam Orazal

autor:Mariam Orazal [Orazal, Mariam]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-20T00:00:00+00:00


Capítulo 13

Después del modo en que la había arrancado de los brazos de Eric la noche anterior, lo que menos podría haber esperado Charlotte era que tío Allen anunciase que iba a abandonarla de nuevo esa noche.

—Hay una velada para caballeros y me gustaría asistir. Es una de esas invitaciones que uno no puede rechazar, pero la verdad es que me inquieta dejarte sola.

—Oh, por favor, no puedes decirlo en serio. ¿Qué crees que va a pasar?

—Pues que te dejarás embaucar por ese Collington o por otro igual de calavera. Está claro que he cometido un gran error permitiéndote venir a Inglaterra.

—Te preocupas por absolutamente nada. Ya te he dicho que lord Collington y yo solo somos amigos. ¿Cómo podría ser de otro modo cuando nos vamos a casa en pocos días? ¿Olvidas que el martes es mi último concierto en el salón?

Disimuló con bastante éxito la desolación que ese conocimiento le producía. Saber que su tiempo allí era finito le provocaba una gran tristeza de la que no quería que su tutor tuviera consciencia.

—Él necesita mucho menos tiempo para arruinarte.

—¡Tío! —chilló con los ojos desorbitados de asombro—. No puedo creer que hayas dicho semejante cosa. ¿Es que no tienes la más mínima confianza en mí? ¿No he demostrado siempre ser prudente y responsable? Empiezas a ofenderme con esas insinuaciones.

Se cruzó de brazos en un gesto que claramente demostraba su indignación; lo que pareció surtir alguna clase de efecto en Allen Buckley, porque inmediatamente se mostró avergonzado y se acercó con paso vacilante hasta sujetarla por los hombros.

—Discúlpame, cielo. Solo quiero estar seguro de que sabrás protegerte. —Negó con la cabeza en un gesto de aprehensión—. No podría soportar que te hicieran daño. Estoy tentado de quedarme para cuidar de ti, pero…

—No tienes que hacerlo —le interrumpió—. Soy una mujer adulta y sé tomar decisiones en mi propio beneficio.

En ocasiones, las ideas de tío Allen y las de ella sobre lo que le convenía podían diferir como polos opuestos, pero eso no tenía por qué mencionarlo.

—Me quedaría mucho más tranquilo si no bajases esta noche al baile.

La expresión que asomó a los ojos de su tío fue extraña y deprimente. Charlotte se dio cuenta de que había toda una lucha interna en él. Trataba de conseguir de ella una promesa que lo librase de la obligación autoimpuesta de quedarse a vigilarla. Allen Buckley quería irse, pero le enloquecía pensar que la dejaba desprotegida. ¿Qué podía haber tan importante como para ponerse así? Charlotte no lograba entenderlo. Algo le estaba ocurriendo, y ella no podía estar más lejos de saber que era. Suspiró y se obligó a ser práctica.

—No puedes pedirme eso. Me dijiste que me traías aquí para que disfrutase y conociese gente interesante. Ahora me pides que me quede encerrada en mi habitación. Y todo ¿por qué? ¿Un inocente baile con un amigo? No tiene sentido.

Charlotte acalló la conciencia culpable que se atrevió a corregirla: «No es tu amigo». Tampoco fue tan inocente el baile, si se tomaba en consideración lo que le había hecho sentir.



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